Amo la forma en que escalas mi garganta llevándote al abismo mis tristes palabras, amo la forma en que me miras ausente robándome la mirada, amo la forma en que me rozas, tan cercana, tan distante, tan ajena. Y a veces me gustaría verte, saber que forma tomas cuando invades mi vida, y otras me gustaría despojarte de esa fuerza, de esa energía que te permite sumergirte en los mares de mis silencios.
Quiero saber fiel compañera que es lo que pienso cuando no pienso nada, que es lo que siento cuando nadie me siente, que es lo que digo cuando nadie me escucha, quiero saber como es que vivo en esta inerte vida.
Quiero que me digas porque te quedas a mi lado aun cuando nadie lo hace y porque cuando tengo al fin compañía te sumerges en mi alma para recordarme que aun estas aquí, que aun soy tuya, que no puedo liberarme. Y de cuando en cuando despierto del terrorífico sueño en que vivo y lo recuerdo tierno, placentero porque me acechas por decisión propia, porque el destierro es imposible por mi imposibilidad de dejarte.
Porque no quiero querida amiga que me abandones como lo hacen todos ellos (as), no quiero que te vallas, que te lleves mis recuerdos, que borres mis memorias, todavía es tiempo de sangrar heridas incurables, de reparar corazones irreparables. Todavía es tiempo de que me mimes, de que me quieras, de que me tomes tuya. Tal vez algún día ya no lo sea y decida que debes marcharte, dejarme continuar el oscuro camino que me depara este planeta inexplorado, dejarme tropezar, dejarme caer, dejarme sangrar… Pero cuando ese día llegue despídete con la fiel promesa de que cuando esas heridas hieran profundamente mi alma y esa sangre volverás a mi sonriendo… y entre risas volverás a acompañarme triste y dulce soledad.
Para recordarme que a pesar de todos… aun me queda esperarte.