miércoles, 4 de marzo de 2009

[ punto ]


Hubo un punto dentro de un espacio sin tiempo, un lugar, una partícula de sueño, en que se levantaba una creación amorfa. Perdida, no olvidada, pero perdida sin destino ni historia. Y a pesar de no tener dueño era visible, existía y jugaba con los deseos que hombres mandaban a estrellas fugaces. Dicen que esta creación era tan enigmática que no se le podía poner ninguna característica que plasmara lo que era, no se parecía a nada, y sin embargo era algo, algo como lo es un cuento perdido, algo como lo es la insolación o los pétalos de una flor que vuela en el último instante de su muerte. Se cree que este punto tenía conciencia, talvez era un átomo de alma, o la lágrima de un ser superior, talvez era un pedazo de poema perdido o un pensamiento inconcluso de quien fuera capaz de dar existencia. Solo se sabe que este punto siempre estuvo y sirvió de inspiración a cuentos, poemas y libros enteros, se sabe que los hombres se sirvieron de él para crear las más suculentas metáforas de lo que no se podía expresar, porque la falta de cualidades es lo que hace posible inventarle cualquiera. Y el hombre, aquel ser que no es si no le da nombre a todo, ese ser que busca en las cosas materiales un refugio de sus pensamientos, miro al cielo y en un lugar de la noche vio la luna, y colocó el punto, un punto que siempre está disponible cuando falta inspiración, y tiene existencia amorfa para más de un hombre que ve, en lo más profundo de su agnosticismo, en el lado más romántico de su falta de fe, un pedazo de Dios.

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