Una baba helada que se desliza como una espina decapitada sobre la franja iluminada del mar hacia el ocaso, así tus ojos, despedazados; un abismo de silencios largos mientras el azúcar pegajosa hace velos largos, azulados, de una calidez que hiere en tu boca que estremezco, un barquito de papel agujereado para ver que pasa, se hunde como fontanero de mis deseos inconclusos, en el curso de ponerte el uniforme para agrietar el humo tosco que flota entre tanto personaje.
Dudar de retener por las dudas que lo que rompió ese quedarse en silencio, escribió un papelito que es vela y timón de un barquito que se hunde en el curso de un mar callado de esperas respetuosas. Y no tanto. Salir a bucear tus agrias espumas hay algo en el iris de una pregunta respuesta podridas al sol, esperando una fotografía. Volverte a ver pasar como una ola redonda con una orca dentro. Me muerde, como un hombro; escombro, montón de poses ahogada en un paquete de sal.
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