Me patea la cabeza una sonora sonrisa, una mueca de desprecio, que es la ciudad sino esta absurda carrera de favoritismos, las ideas mueren en la ilusión de los que no se atreven a realizar, toda esta junta de inescrupulosos rejuntes de palabras embelezadas por un gusto, todo este desastre diario sujeto por la presión de un mismo sentir, la coherencia devastadora de las horas de tipear y leerlos bajo la lupa de una verdad enrarecida.
Los cuadernos de u devenir tan rápido, como saber si estoy representando bien este papel, me pierdo en una organización q no es mía, q no es natural, el instinto de rebaño me aplasta, las acciones bajo el y una conciencia que me despierta a reventar, si entre caricias que me vieron nacer hay tantas espinas, como esperar la muerte dormida en una tranquilidad tan mentirosa.
A veces no se si pretendo demasiado de mi misma.
Supuestamente estas angustias de no saber que, tendrían que haber desaparecido con la adolescencia mas infantil, pero aquí estoy, en un tablero lleno de casilleros solitarios, los veo tras las rayas que los delimitan y recargan de palabras mudas que nada esconden salvo el peruanísimo pesar de hablar hasta el culo. Así sorprendo a alguno de ustedes compilando información adquirida en adversas jornadas universitarias, así los veo juntando palabras sin sentido, así veo en rededor una nefasta convulsión de un gusto sin definir, así los veo perdidos, perdiendo esta soga que les extiendo desde la claridad de una certeza por la que he combatido absurdamente.
Para que sirve tratar de subsistir entre la mecánica forma de obrar de los hombres telefonía celular , de los hombres enciclopédicos, entre tanta escasez de compromiso y criterio.
Algún día todo acabara, siéntense a pensar.
Los cuadernos de u devenir tan rápido, como saber si estoy representando bien este papel, me pierdo en una organización q no es mía, q no es natural, el instinto de rebaño me aplasta, las acciones bajo el y una conciencia que me despierta a reventar, si entre caricias que me vieron nacer hay tantas espinas, como esperar la muerte dormida en una tranquilidad tan mentirosa.
A veces no se si pretendo demasiado de mi misma.
Supuestamente estas angustias de no saber que, tendrían que haber desaparecido con la adolescencia mas infantil, pero aquí estoy, en un tablero lleno de casilleros solitarios, los veo tras las rayas que los delimitan y recargan de palabras mudas que nada esconden salvo el peruanísimo pesar de hablar hasta el culo. Así sorprendo a alguno de ustedes compilando información adquirida en adversas jornadas universitarias, así los veo juntando palabras sin sentido, así veo en rededor una nefasta convulsión de un gusto sin definir, así los veo perdidos, perdiendo esta soga que les extiendo desde la claridad de una certeza por la que he combatido absurdamente.
Para que sirve tratar de subsistir entre la mecánica forma de obrar de los hombres telefonía celular , de los hombres enciclopédicos, entre tanta escasez de compromiso y criterio.
Algún día todo acabara, siéntense a pensar.